LA
OPORTUNIDAD Y LA DECISIÓN
Pensemos
en el caso de Eva: en esta situación sólo hay dos opciones, hacerle caso a la
serpiente o a Dios. La ingenuidad (falta de conocimiento) la lleva a tomar una
mala opción y la voz de la serpiente que
penetra por el oído, estimula todo un aparato inconsciente que motiva la
decisión: el orgullo de querer ser iguales a Dios. A menudo le pregunto a los
estudiantes sobre lo que quieren ser cuando grandes y muchos chicos responden
que futbolistas, pero en casi todos hay un desconocimiento de las opciones
reales, ignoran que detrás de ese sueño hay millones de chicos y que muchos no
llegarán a esa meta, no consideran una segunda o tercera opción y cuando se estrellan con la realidad, no pueden
tolerar la frustración y algunos de ellos terminan consumiendo droga o en la
delincuencia. Ciertamente el conocimiento de las opciones verdaderas nos puede
hacer libres del error: “conoceréis la verdad y la verdad os hará
libres” (curiosamente un psicólogo hizo de estas palabras de Jesús uno de sus
principios)
Otra
de las situaciones claves en las decisiones es
cuándo en realidad somos libres para decidir, por ejemplo si pensamos en
el joven que desde pequeño fue condicionado por las circunstancias, digamos sus
padres bebían todo el tiempo, creció en ese medio y ahora él también lo hace,
podemos pensar que ese joven es libre para tomar la decisión de no hacerlo?
(Determinismo psicológico). Esta situación tiene que ver con que las decisiones
correctas son una cadena de acciones que finalmente nos llevan a opción
correcta, por ejemplo: queremos comprar una casa: necesitamos información
adecuada e ir recorriendo los pasos como hablar con expertos, conseguir los
fondos económicos, buscar la ubicación adecuada y finalmente comprarla. Una
buena decisión es producto de un conjunto de buenas acciones, que concluyen en
la determinación final. Pensemos en el
caso contrario: Un hombre tiene una esposa y determina serle fiel, pero este
hombre, tiene tentaciones, digamos una exnovia del pasado con quien la “pasaba
bien”. Esta chica lo llama telefónicamente y le dice que lo quiere ver, él
accede; se encuentran en uno de sus viejos sitios tomándose unas cervezas. Ella
le propone que salgan a bailar, él piensa que puede hacerlo, que es sólo una
amiga y que “no pasará nada”. En la discoteca se toman unos tragos y a medida
que pasa la noche, él va viendo más interesante a la chica y se siente más
atraído a ella, se besan pero él todavía cree que no pasará nada, sólo un beso.
A la madrugada con varios tragos en la cabeza él decide ir con la chica a un
motel y no amanecer al lado de su esposa: ¿Cuándo tomó este hombre la decisión
de acostarse con aquella chica?, no fue en el último instante, seguramente
había tomado la decisión en el momento en que aceptó verse
con ella.
Veamos
el caso del faraón en Éxodo 5;2 cuando Moisés le dice que deje ir libre al
pueblo Hebreo, Faraón responde que no y los obliga a trabajar más, Moisés
vuelve con la vara de Aarón haciendo milagros, pero el corazón del Faraón se
endurece y no lo escucha ( Éxodo 7;13), después viene la plaga de sangre, la
plaga de las ranas y el Faraón se arrepiente pero no hay cambio real, su
corazón sigue “endureciéndose”, aquí hay un principio: “las malas decisiones endurecen
nuestro corazón, las buenas decisiones nos sitúan en la voluntad de Dios”.
Finalmente el Faraón debe enfrentar dolorosamente la muerte de su hijo, la destrucción de su ejército y su propia
muerte y condenación, por no tomar la decisión correcta; en algún momento
Faraón aún era libre para tomar esa opción, en otro ya la suerte estaba echada.
En
muchas ocasiones hemos sido faraones y nos hemos empecinado en los errores y
nuestro corazón se ha endurecido, pero Dios tiene respuestas para eso, Dios se
nos muestra como un Dios de oportunidades: Eclesiastés 9:11:” Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los
ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan,
ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que TIEMPO
Y OCASIÓN acontecen a todos.” Jesús se
convierte en la fuente de grandes oportunidades para el que le sigue, veamos en
Juan 5;1-10 la situación de un hombre que esperaba hacía treinta y ocho años la
oportunidad de un milagro y Jesús se lo realizó pero tenía una demanda: la
decisión, “Levántate, toma tu lecho y anda”.
A menudo nos
enfrentamos con decisiones difíciles para tomar, en estos momentos debemos
acudir al espíritu Santo, quien guía a toda verdad, además quien escudriña las intenciones del corazón: conozco
el caso de un amigo que pudiendo elegir una novia dentro de la iglesia, conoció
otra por internet, guiándose por la apariencia de ella: el resultado fue doloroso para ambas
partes.