domingo, 18 de mayo de 2014

¿ QUIEN ES MAS ASESINO Y MAS CULPABLE?


¿QUIEN ES MAS ASESINO Y MAS CULPABLE?

El 19 de abril de 1.995 ocurrió en Estados Unidos una tragedia de enormes proporciones: el edificio federal Alfred P. Murrah, se estremeció por un atentado con bomba, en la ciudad de Oklahoma; allí se encontraban las oficinas de la DEA, CONTROL DE TABACO, CONTROL DE ARMAS DE FUEGO Y ADMINISTRACION DE SEGURIDAD; el resultado 167 personas muertas, incluídos 19 niños. las pesquisas posteriores y la impasividad de un criminal que no quería huir, ayudaron a encontrar a Timothy Mcveigh, un hombre  que hasta entonces había llevado una vida  aparentemente normal, incluso con buen desempeño en las fuerzas militares, durante la guerra del golfo pérsico.

Timothy Mcveigh se convirtió de pronto en el centro de grandes debates y dudas, ¿Qué había impulsado a este hombre a proceder de tal manera?. Posteriores indagaciones revelaron que sus padres se habían divorciado, que había crecido sin afecto paterno y que había vivido el abuso de personas violentas en su colegio. Por todo ello, Mcveigh acumuló resentimientos e iras a lo largo de su existencia, reflejados en un odio feroz contra toda persona o institución que abusara de los débiles. El último acontecimiento que había marcado su vida fue el ataque de unos agentes gubernamentales contra la secta de los DAVIDIANOS, dirigida por David Koresh, quien murió con varios integrantes de la secta en febrero de 1.993. El hecho sacudió la vida de Mcveigh, quien se propuso vengar y realizar un acto de grandes proporciones contra el gobierno. En Julio del 2001 Mcveigh fue ejecutado con inyección letal, tras hallarse culpable del atentado en Oklahoma.

Si bien es cierto que nada puede justificar un acto de esa naturaleza en donde mueran inocentes, una reflexión profunda nos dirá que Mcveigh también fue víctima de un sistema que está contaminado por muchas enfermedades de carácter social: el armamentismo ciudadano, la proporción de divorcios, la indefensión civil, el abandono de los niños, el materialismo; son sólo unos pocos de los muchos males que padece el norteamericano y sin saberlo Mcveigh se erigió a sí mismo como asesino y víctima de un estado sin corazón a quien sólo le interesa la producción y los rendimientos del capital. La palabra de Dios nos dice en Romanos 3 10:"qué no hay ni un justo, qué no hay quien busque a Dios": el estado norteamericano condenó a este hombre por su acto, pero quién juzga a los estados por los excesos, por su falta de compromiso social, por los crímenes, por los abusos?. Estados Unidos ha permitido tanto el deterioro de sus estructuras sociales, que se ha olvidado de los principios bíblicos que dieron origen a esta nación y el costo de tal olvido, lo viene pagando en cada masacre que se realiza en sus propias escuelas, cada que un estudiante asesina a sus compañeros. Durante mucho tiempo se ha idolatrado un estilo de vida que las películas y las series de Hollywood nos han vendido como "el sueño americano" y muchos de nuestros compatriotas se han ido detrás de este sueño, que no es otro que el de tener, fama, éxito y ganar bastante dinero. Muchos de ellos han dejado atrás esposas, esposos, hijos, padres, ¿Será que el sueño americano puede aliviar todas las heridas de la ausencia y todos los vacíos del corazón? 

Basta mirar a nuestro propio país sumido también en similares problemas, para entender que la situación es general en todos los países. Jesús dice en Mateo 11;39 :"Vosotros los fariseos limpiáis lo de  fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de mal", esta declaración es muy cierta no sólo para algunas  personas, también para aquellos estados hipócritas, que se esfuerzan por encontrar a un culpable de atacar su sistema, pero que son incapaces de reconocer su propia responsabilidad en los males que generan. Para Cristo cada persona es un hijo, alguien valioso, cada familia es la imagen de lo divino, por eso no vale la pena  dejar los hijos sólo por conseguir dinero: el Dios que nos creó, será suficiente para darnos lo que buscamos sin necesidad de abandonar los nuestros.