miércoles, 14 de mayo de 2014

EL ATALAYA



EL ATALAYA
LA NECESIDAD DE ATALAYAS DE DIOS

Uno de los oficios más delicados en la antigüedad consistía en la función dada al hombre que debía vigilar en los muros altos de las edificaciones, la llegada de los enemigos; a tal persona se le daba el nombre de atalaya. El origen de la palabra es árabe y está relacionado con aquellas personas que se introducían en territorio enemigo para observar los movimientos del enemigo; posteriormente el significado también se asoció al hombre que podía mirar desde las alturas, en este caso una torre, para prevenir los ataques enemigos. De esta forma, podemos considerar la importancia que tenía este oficio en la antigüedad, dadas las condiciones de seguridad necesarias para los reinos antiguos. Podemos decir que hoy con el avance tecnológico ese especial papel del atalaya, lo ocupan los modernos centinelas apoyados por equipos de radares sofisticados destinados tanto a la prevención de ataques como a las actividades de espionaje.
Aunque el oficio de atalaya haya perdido las condiciones iniciales características, la esencia de tal oficio se conserva y el significado espiritual que le fue dado en los tiempos de Isaías, Jeremías y Ezequiel está más vigente que nunca. Los tiempos presentes han cambiado en tanto que ya  no se espera al enemigo desde una alta fortificación: en el sentido espiritual que el término fue usado por los profetas anteriores significa  el estado de vigilancia que se debía tener ante los peligros espirituales, sociales y materiales que destruían a Israel, tal sentido también está presente hoy, cuando los ataques provienen de los sitios más inesperados y cuando la cultura entera conspira contra el modelo divino. En Jeremías 6;17 Dios declara que ha puesto atalayas sobre  Israel que escuchen el sonido de trompetas, pero que estos no han cumplido su función, por tanto Dios permitirá la invasión de un pueblo extraño.
Este sentido profundamente espiritual de estar atentos ante los peligros posibles para la iglesia y la familia, se mantiene el día de hoy y la función de atalaya, recae no solo en los ministerios que Dios ha dado a la iglesia, también en los padres como vigías del hogar. El peligro hoy puede estar en la pantalla del televisor, en la amistad de un amigo del hijo, en los mensajes directos u ocultos de la música moderna, en la influencia de las costumbres de los ídolos de moda o en la presencia maligna de mensajes e imágenes en la internet. Podemos decir que la función de atalaya se ha vuelto más importante en tanto que el enemigo ha cambiado sus tácticas, ha modernizado sus ataques, ha sutilizado sus estrategias: casi nadie advertiría que tras el ingenuo anhelo de asistir a una escuela de modelaje, se esconde un peligroso mundo de desviaciones sexuales, de corrupción moral y de explotación de la figura humana que Dios nos dio. En Ezequiel 3; 16 podemos observar que Dios le da esta función al profeta con la finalidad de amonestar al impío, al que está equivocado o ha errado el camino y es tan seria esta función que Dios demanda la vida del impío de manos del profeta.
El lugar alto en el que permanecía el atalaya adquiere un importante significado: no se pueden vigilar los movimientos del enemigo sin poder observarlo desde lo alto, aquí el lugar alto significa también, los dominios del padre, ya que el padre vive en las alturas y esto nos habla de intimidad con Dios: no puede una persona ser un buen atalaya si no tiene comunión con Dios, si el espíritu santo no lo guía. Hoy se requiere no solo tener conocimiento de los posibles peligros que pueden atacar a las personas, también una especial sensibilidad a lo que no parece peligroso ante nuestros ojos, aquí podemos unir dos imágenes interesantes el altar y el atalaya,  en estas imágenes podemos hallar la función del que vigila y el que es orientado por el espíritu santo. Como ejemplo de la necesidad de intimidad con Dios que necesita el atalaya, mencionaré el triste caso de la sobrina de un pastor de una iglesia grande de la ciudad de Cali, a quien conocí personalmente. Dicha  adolescente hizo amistad con unos muchachos que asistían al grupo de jóvenes de la iglesia, en este grupo una de las consignas era atraer a los jóvenes mediante el rock cristiano, de tal manera que estos muchachos llegaron a la iglesia, pero nadie se percató de sus orientaciones ni de la peligrosidad que revestían; la situación final fue que la sobrina del pastor fue raptada por estas personas que pertenecían a una secta satánica, abusada sexualmente y posteriormente abandonada en un paraje solitario de Cali; la  pregunta aquí es obligada ¿Dónde estaban los atalayas de la iglesia?, ¿Cómo se pudieron camuflar estas personas en las instancias eclesiásticas, sin ser detectadas por las autoridades de la iglesia? Si esto sucede en las iglesias ¿qué podemos esperar de los hogares?
La palabra nos habla duramente en Isaías 56;10: “..Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes, todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir…y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado…”, que especial coincidencia con los tiempos que vivimos, en donde a muchas iglesias les interesa más las estrategias de crecimiento, que las mismas almas.
En esta palabra de Isaías hay unas características que debemos considerar a la luz de la palabra: primero se nos habla de ciegos, alguien que no ve ¿Cómo puede ser un buen atalaya?, “sin visión perece mi pueblo” nos ha dicho la escritura, la visión nos habla de claridad, de objetivos. La segunda característica para estos malos atalayas es ignorantes; la ignorancia puede encerrar no solo la condición de carecer de conocimiento, también la de no buscar el conocimiento, que es la peor condición de la ignorancia, a esta se refiere  cuando Jesús hablaba “ de no andar en la verdad” . Cuando un padre de familia no se entera quienes son los amigos de sus hijos, procede de esta forma; cuando un pastor no investiga quienes son las personas que llegan a su congregación, ni establece criterios de cuidado, también procede de esta manera. Jesús declara:”Y buscaréis la verdad y la verdad os hará libres”, podemos añadir, la verdad no salvará, la verdad nos protegerá, la verdad nos ayudará.
La tercera imagen que Isaías nos plantea es la “perros mudos”, es decir, alguien que no cumple con la función de atalaya, se queda mudo ante el peligro, no dice nada ante el error. El perro que no ladra es aquel que convive con el pecado, haciendo amistad con lo malo o ignorando la peligrosidad que el pecado puede revestir. La última imagen es la de dormilones, aquí encontramos la figura no solo del que no cumple su función de atalaya, por extensión el que se deleita con la carne, antes de cumplir con el llamado del espíritu; se refiere a aquellas personas llamadas a cuidar una congregación o una familia, pero prefieren dedicarse a sí mismas en la figura del deleite, llámese distracción, drogas, alcoholismo; incluso ocupaciones que pudieran parecer loables como el trabajo, sin embargo cuántas personas han perdido a sus hijos por dedicarse al trabajo. Amar el dormir como una imagen de un mal atalaya, debe llevarnos a preguntar por las prioridades, por el orden del padre, por la finalidad de la existencia, por la urgencia del reino de Dios.

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